¿Cuándo es un problema que tu hijo se chupe el dedo?

Tu pequeño vino precargado con ciertos reflejos (software incorporado, por así decirlo) que lo ayudan a hacer cosas complejas, y una de esas cosas es la capacidad de succionar: succionar un pecho, un biberón, un chupete y sí, sus pulgares. ¡Los bebés nacieron para chupar! De hecho, tu bebé estaba succionando en tu vientre, incluso antes de conocerte. Este hábito natural no solo resulta importante para comer, sino que también estimula las endorfinas en el cerebro de tu bebé y ayuda a desencadenar el reflejo calmante.

Pero en algún momento, casi todos los padres miran a su dulce querubín que se chupa el pulgar y se preguntan: ¿Mi hijo se chupará el dedo para siempre? ¿Necesita dejar este hábito pronto?

Primero, respira profundo. Prácticamente no hay adultos que se chupen el dedo deambulando por esta Tierra. Además, es totalmente normal (y muy reconfortante) que los niños pequeños sigan queriendo chupar. Y según la Asociación Dental Estadounidense (ADA), la mayoría de los niños dejan de chuparse el dedo solos entre los 2 y los 4 años de edad. ¿Eso significa que no tienes que intervenir si tu hijo se chupa mucho el pulgar? Desafortunadamente, no es así.

Cuando un niño continúa chupándose el pulgar después de que le salen los dientes frontales permanentes, el hábito puede interferir con el crecimiento adecuado de su boca y la alineación de sus dientes. Cuanto más a menudo e intensamente se chupa un bebé, mayor es el riesgo de problemas dentales. (PD: El uso prolongado del chupón puede afectar los dientes de manera similar. La diferencia: ¡es más fácil alejar a un niño de un objeto que de su propia mano!) Si bien las preocupaciones futuras sobre ortodoncia son legítimas, si tu hijo abandona su hábito de chuparse el dedo a los 3 o 4 años, en realidad, existe poca probabilidad de efectos a largo plazo.

Ahora la pregunta es: ¿Cómo romper el hábito a tiempo? Aquí, seis consejos para ayudar.


Lidera con respeto

Siempre que hables con tu hijo sobre chuparse el dedo, asegúrate de estar por debajo del nivel de sus ojos. Esta postura hace maravillas para hacer que tu hijo se sienta respetado. Y un recordatorio amistoso, cuando tratamos a alguien con respeto, no usamos palabras duras o burlonas que puedan fácilmente hacer que un niño se sienta avergonzado. En cambio, mantén tus palabras y tu tono amigables, concentrándote en el comportamiento, no en el niño.


Encuentra un sustituto

Antes de que puedas motivar a tu hijo para que deje de chuparse el dedo, es una buena idea preguntarle por qué lo hace. (Si no puede verbalizar su por qué, presta atención a su cuándo, para averiguarlo tú mismo). A menudo, por ejemplo, los niños recurren a sus pulgares cuando se sienten un poco inseguros o necesitan consuelo. Una vez que analices en profundidad por qué tu hijo anhela su pulgar, pueden trabajar juntos para descubrir qué puede hacer en lugar de eso. Si tu bebé se chupa el dedo para quedarse dormido en la noche, un peluche o juguete suave podría ser un reemplazo excelente. (¿Viste a tu niño metiéndose el pulgar en la boca sin darse cuenta? En ese momento, dale su peluche).


Habla de las consecuencias

¡Y no estamos hablando de castigo! Si tienes un niño más grandecito, explícale cómo chuparse el dedo puede afectar sus dientes y piel. Después de todo, ¡muchos niños no tienen idea de que chuparse el dedo es un hábito que deben abandonar! Intenta cosas como: “¡Chuparse el dedo puede hacer que la piel suave se sienta adolorida! ¡No quiero que te lastimes!” O “chuparse el dedo puede enchuecar tus dientes. Intentemos mantener tu sonrisa derechita”. Si es necesario, siempre puedes pedirle al dentista de tu hijo que le explique lo que les podría pasar a sus dientes si no deja de chuparse el dedo.


Progresar poco a poco

Si tu bebé se chupa el dedo en varios puntos durante el día, considera permitir que uno de esos intervalos de tiempo para chuparse el dedo permanezca... sólo por un poco más de tiempo. Por ejemplo, si tu hijo tiende a chuparse el dedo durante la siesta y cuando tú le lees cuentos, es posible que desees considerar permitir que tu hijo solo se chupe el dedo durante la hora del cuento. Este cambio gradual puede hacer que el objetivo general sea más alcanzable y ayudar a eludir algunas luchas de poder.

Si tu bebé tiene al menos 2 años, prueba haciendo una tabla de estrellitas adhesivas en una cartulina para fomentar este comportamiento. Simplemente elije tres comportamientos para realizar un seguimiento: dos que tu hijo ya domine (por ejemplo, lavarse las manos después de ir al baño y cepillarse los dientes) y el que deseas cambiar (no chuparse el dedo a la hora de la siesta). A continuación, hazle saber a tu hijo que por cada día que no se chupe el dedo a la hora de la siesta, obtendrá una estrella en su tabla. Una vez que obtenga 10 estrellas, ¡recibirá una recompensa especial!


Chismes sobre tu hijo

¡No, no queremos decir que debas difundir rumores! En cambio, cuando sepas que tu hijo está escuchando, susurra en voz alta a otra persona (¡o incluso a un animal de peluche!) Sobre lo orgulloso que estás de tu hijo por el hábito que está tratando de romper. (Es más probable que los niños crean los elogios que se escuchan por casualidad que si se les dicen directamente, ¡también a los adultos!) Intenta decir cosas como: “Daniel ha estado haciendo un buen trabajo dejando de chuparse el dedo. Estoy tan orgullosa de él”. O “sé que es difícil para María dejar de chuparse el dedo, pero lo está haciendo muy bien usando a su osito de peluche a la hora de acostarse”. Más tarde, repite el mismo cumplido a otra persona. Con esto, no solo complacerás mucho a tu pequeño, ¡sino que también lo motivarás a seguir trabajando en corregir este hábito!


Consigue ayuda de objetos y de otras personas

Para los chupadores obstinados, la ADA sugiere que ayudes a recordarle a tu hijo que su pulgar está fuera de los límites vendando suavemente su pulgar o colocando un calcetín o un guante en la mano a la hora de acostarse. Además, si tu hijo realmente quiere detenerse, pero requiere un recordatorio constante, habla con el dentista o pediatra de tu hijo sobre la posibilidad de usar un dispositivo especial para la boca que haga que a los niños les resulte incómodo seguir chupándose el pulgar.

Independientemente del método que elijas, recuerda: La Academia Estadounidense de Pediatría pide a los padres no presionar demasiado a sus hijos para que dejen de hacerlo. ¡Tu hijo lo logrará eventualmente!